miércoles, 10 de abril de 2013

Callejero emboscado


Seguramente sólo así se puede ejercer la poesía ahora, desde la distancia y el aislamiento más radicales. Daniel Aguirre encarna la figura del poeta emboscado como pocos en la actualidad. En tiempos de premios amañados, colectivos de ayuda mutua y poesía liviana y accesible, Aguirre opta por la esencia con una obra lenta, acendrada y sin concesiones.
En la década transcurrida entre la publicación en Lumen de Del fondo de la piel hasta la aparición de sombra de emboscado y Así extravíe el callejero en Amargord, Aguirre nos ha brindado traducciones canónicas de poetas como John Ashbery, Wallace Stevens o W.B. Yeats que sin duda han ido dejando poso en sus propios poemas.
La espera ha merecido la pena.




Cuento


mis pasos 
 
agrandaron la huella de los lobos



                             ARNALDO CALVEYRA


 
 
 
Se extravió en humedal de anónima manada,

especie que lamía sin testigos

amanecer o sangre

circular. Entre la risa

distinguía el trago helado,

intemperie llamó al chico la nodriza.

Y si es atajo

todo el bosque, quién correrá

del escondite al árbol.

Se extravió veloz, canto en quebrada.

Qué esfuerzo de la curva

por ir jugando, por ir

sorteando rastro aún. Si tan sólo llegaba

el chico al sesgo,

ceguera de su padre desvelado.

Y si es atajo

todo el bosque, quién correrá

del escondite al árbol.

Como quien corre nuevo

monte, se extravió: y aquella brisa

de lobo a la escucha. Tanta sombra

devoraba su roca

que cumplió cómplices atardecer y tarde.


Y si es atajo


todo el bosque, quién correrá


del escondite al árbol.



           Daniel Aguirre, sombra de emboscado


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