lunes, 8 de marzo de 2010

Primera reseña



Reseña en El Correo de

Las huellas erradas

Gana Eduardo Iriarte (Pamplona, 1968) el Premio Logroño con novela rara, mágica, insólita y muy extranjera: 'Las huellas erradas' (Algaida). Editor, traductor, filólogo, lo que le sobra es mucho oficio, elegancia a raudales y ya algún premio en su haber que orla todo lo anterior: 'Más allá de la fragua' (Premio Francisco Umbral) o 'Sombras lentas que caen' (Premio Gabriel Sijé). Se ve deudor de la novela negra, de la poesia de Auden y Ashbery, de las novelas de Onetti, Conrad o McEwan; se aparta de la tradición, y hace novela histórica sin hacerla propiamente, y hace novela psicológica casi en la onda de Dostoievsky. Lleva muchos años en la traducción de autores anglosajones (Auden, Wolfe, Spender, Maugham...) y eso le ha dado una musculatura y toda una poética no patria: «Mi intención era llevar a cabo una suerte de maniobra envolvente para atrapar al lector en los primeros capítulos a fin de poder llevarlo posteriormente al terreno de los personajes de manera que vea y sienta lo que ellos ven y sienten». Caballero Bonald ha subrayado su estilo sugerente, evocador, su finura a la hora de plantear una incógnita, un misterio, y su prosa poderosa al tirar del hilo, trasciendo los géneros, un triángulo que va de la novela introspectiva a la psicológica o la histórica. Y todo en mitad de un contexto insólito, raro: la tercera guerra carlista en el pirineo navarro. Un motor o arranque del texto que el autor fija sin duda alguna: «Esta historia vino, como todas mis novelas, de una imagen. Vi a un soldado que volvía a casa del frente, pero que en vez de regresar alegre e ilusionado, llevaba el miedo en la mirada. A partir de ahí, empecé a preguntarme qué impulsaba a ese soldado a continuar su camino de regreso cuando todo parecía indicar que no le esperaba sino un destino funesto». Novela de averiguación; personajes de perfil sobre los que se va investigando, un maravilloso ir jugando con las cartas progresivamente boca arriba. Dos temas muy rusos, pura novela rusa, clásicos: la venganza y la culpa como verdaderos motores inmóviles o últimos de un fatal desenlace. Dos temas también muy españoles, especialmente nuestros: la huida y la imposibilidad de volver. Lo inesperado en mitad del este poderoso y feroz cuadrilátero.

Diego Medrano, El Correo http://www.elcomerciodigital.com/v/20100309/gente/eduardo-aute-20100309.html

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