Javier Valenzuela publicó en El País un interesante perfil de Hisham Matar,
autor de Historia de una desparición.
El sol se ha abierto un hueco entre los lóbregos nubarrones del invierno londinense y derrama algo de luz y calor sobre la terraza del Holland Park Café. Las jóvenes señoras que constituyen el grueso de la clientela —con sus hijos, con sus perros o con sus hijos y sus perros a la vez— lo celebran con leves murmullos. Surgiendo de un sendero que discurre entre árboles desnudos y acometidos por la yedra, se acerca al café un hombre cubierto con un gorrito de lana grisáceo y un chaquetón igualmente anodino. Una ardilla lo esquiva mientras el rostro del hombre —redondeado, oscuro, cruzado por unas gafas— se va precisando. Debe ser Hisham Matar.
El hombre se presenta —parece tímido y cordial— y va a buscar un capuchino al interior del local. Es, en efecto, Hisham Matar, del que Salamandra publica en España su segunda novela, Historia de una desaparición (Anatomy of a disappeareance en la versión original inglesa). El libro cuenta en primera persona la historia de Nuri, un joven obsesionado con la desaparición de su padre, un aristócrata de ideas democráticas secuestrado por los esbirros de un innominado régimen totalitario árabe.El periodista que le esperaba en Holland Park Café sabe que a Matar le gustaría que su novela fuera leída como eso, como una novela, con independencia de la personalidad del autor y de lo que le pasó a su padre; le encantaría que el lector la abordara “tan solo a partir de sus propias memorias, emociones y pasiones”. Pero el propio Matar es consciente de que ahora le resulta imposible encontrar semejante “lector platónico”.“Intento conseguir el máximo impacto con el menor número de palabras”.
Ahora no hay modo de evitar conocer de antemano que el padre del novelista, el opositor libio Jabalia Matar, fue secuestrado en 1990 por sayones del coronel Gadafi en El Cairo, donde vivía exiliado con su familia, y trasladado a la siniestra prisión libia de Abu Selim, sin que desde entonces haya dado otras muestras de vida que alguna que otra carta que, al comienzo de su cautiverio, logró hacer llegar al exterior. Y sin embargo, Historia de una desaparición es una muy buena novela en sí misma: es corta, con la distancia exacta para contar lo que quiere contar, y está escrita con una prosa elegante que ha sido comparada por algunos críticos anglosajones con la de Nabokov.
El sol se ha abierto un hueco entre los lóbregos nubarrones del invierno londinense y derrama algo de luz y calor sobre la terraza del Holland Park Café. Las jóvenes señoras que constituyen el grueso de la clientela —con sus hijos, con sus perros o con sus hijos y sus perros a la vez— lo celebran con leves murmullos. Surgiendo de un sendero que discurre entre árboles desnudos y acometidos por la yedra, se acerca al café un hombre cubierto con un gorrito de lana grisáceo y un chaquetón igualmente anodino. Una ardilla lo esquiva mientras el rostro del hombre —redondeado, oscuro, cruzado por unas gafas— se va precisando. Debe ser Hisham Matar.
El hombre se presenta —parece tímido y cordial— y va a buscar un capuchino al interior del local. Es, en efecto, Hisham Matar, del que Salamandra publica en España su segunda novela, Historia de una desaparición (Anatomy of a disappeareance en la versión original inglesa). El libro cuenta en primera persona la historia de Nuri, un joven obsesionado con la desaparición de su padre, un aristócrata de ideas democráticas secuestrado por los esbirros de un innominado régimen totalitario árabe.El periodista que le esperaba en Holland Park Café sabe que a Matar le gustaría que su novela fuera leída como eso, como una novela, con independencia de la personalidad del autor y de lo que le pasó a su padre; le encantaría que el lector la abordara “tan solo a partir de sus propias memorias, emociones y pasiones”. Pero el propio Matar es consciente de que ahora le resulta imposible encontrar semejante “lector platónico”.“Intento conseguir el máximo impacto con el menor número de palabras”.
Ahora no hay modo de evitar conocer de antemano que el padre del novelista, el opositor libio Jabalia Matar, fue secuestrado en 1990 por sayones del coronel Gadafi en El Cairo, donde vivía exiliado con su familia, y trasladado a la siniestra prisión libia de Abu Selim, sin que desde entonces haya dado otras muestras de vida que alguna que otra carta que, al comienzo de su cautiverio, logró hacer llegar al exterior. Y sin embargo, Historia de una desaparición es una muy buena novela en sí misma: es corta, con la distancia exacta para contar lo que quiere contar, y está escrita con una prosa elegante que ha sido comparada por algunos críticos anglosajones con la de Nabokov.
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