Iriarte, tras las huellas erradas
Eduardo Iriarte presentó ayer en Barcelona a la prensa su novela Las huellas erradas, ganadora del Premio Logroño de novela, publicada por Algaida. Se trata de una narración ambientada en el final de las Guerras Carlistas que nos muestra cómo dos soldados desertan. Uno de ellos se ve envuelto en un cruento suceso: al llegar a su pueblo asesina a su novia y después se quita la vida. Pero su amigo no acaba de entender cómo pudo suceder y un año después, se traslada al lugar de los hechos (un pequeño pueblo navarro) para tratar de aclarar qué ocurrió. Por eso Iriarte hace hincapié en que no es una novela histórica sino una novela de intriga, tanto externa (hay que resolver el suceso) y como interna, porque la reflexión sobre la culpa es, en realidad, el motor de la novela. Iriarte es traductor (uno de los últimos libros que ha traducido ha sido En tierra desacostumbrada de Jhumpa Lahiri) y los traductores son de alguna manera los forenses de la literatura, los que abren los libros en canal y dan la vuelta a cada una de las palabras que encuentran dentro. Al preguntarle si eso le ha permitido hallar algún truco o patrón de escritura comenta que justamente lo que ha aprendido es “lo que no ha de escribir”, y que especialmente le preocupa no caer en la reiteración o en la descripción de lo que ya sabemos como es habitual en la novela histórica. Iriarte, nacido en Pamplona en 1968, lleva doce años afincado en Barcelona y con esta suma ya cuatro novelas y tres premios: anteriormente ganó el Premio Gabriel Sijé con Sombras lentas que caen (2005) y el premio Francisco Umbral con Más allá de la fragua (2007).
Eduardo Iriarte presentó ayer en Barcelona a la prensa su novela Las huellas erradas, ganadora del Premio Logroño de novela, publicada por Algaida. Se trata de una narración ambientada en el final de las Guerras Carlistas que nos muestra cómo dos soldados desertan. Uno de ellos se ve envuelto en un cruento suceso: al llegar a su pueblo asesina a su novia y después se quita la vida. Pero su amigo no acaba de entender cómo pudo suceder y un año después, se traslada al lugar de los hechos (un pequeño pueblo navarro) para tratar de aclarar qué ocurrió. Por eso Iriarte hace hincapié en que no es una novela histórica sino una novela de intriga, tanto externa (hay que resolver el suceso) y como interna, porque la reflexión sobre la culpa es, en realidad, el motor de la novela. Iriarte es traductor (uno de los últimos libros que ha traducido ha sido En tierra desacostumbrada de Jhumpa Lahiri) y los traductores son de alguna manera los forenses de la literatura, los que abren los libros en canal y dan la vuelta a cada una de las palabras que encuentran dentro. Al preguntarle si eso le ha permitido hallar algún truco o patrón de escritura comenta que justamente lo que ha aprendido es “lo que no ha de escribir”, y que especialmente le preocupa no caer en la reiteración o en la descripción de lo que ya sabemos como es habitual en la novela histórica. Iriarte, nacido en Pamplona en 1968, lleva doce años afincado en Barcelona y con esta suma ya cuatro novelas y tres premios: anteriormente ganó el Premio Gabriel Sijé con Sombras lentas que caen (2005) y el premio Francisco Umbral con Más allá de la fragua (2007).
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Antonio Iturbe
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